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0007 Salir del clóset

 

Puto cualquiera

Julio 23, 2015

 

 

Como un buen gay cualquiera se debe estar fuera del clóset, porque sólo a un joto como yo, al que no le importa lo que la gente pueda pensar de uno debe estar fuera del clóset sin miedo a lo que los vecinos puedan pensar ya que a mis casi cuarenta años soy o un solterón o un jotote.

 

Para comenzar, me remontaré a mi infancia porque yo siempre supe que me gustaban los hombres, aunque cuando me encontraba cursando tercero de primaria una niña de mi salón me llamaba la atención y sí, en algún momento pensé que podría tener novia, pero eso no fue así en ese momento, luego en la secundaria volví a interesarme en otra chica, también me llamó la atención, sin embargo sólo pude acompañarla a su casa una vez, luego sentí que me gustaba su amiga y al final, volví a sentir el llamado por lo masculino y no volví a sentir el gusto por una chica.

 

Pero resultó que cuando tenía 17 años y me encontraba en la preparatoria descubrí que existía un programa en Radio Educación llamado Media noche en Babilonia, conducido por Tito Vasconcelos y emitido los domingos a la media noche, me volví radioescucha, eso sí, tuve que prepararme con mis audífonos y un radio pequeño para que nadie más lo escuchara.

 

Así fue cómo escuché mi primer programa, me daba mucha risa la manéa como Tito conducía y hablaba acerca de la sexualidad y los tabúes y al final, leía una serie de clasificados de gente que quería entrar en comunicación con otras personas y para ello recomendaban usar un apartado postal.

 

Las siguientes semanas me dediqué a investigar cómo hacerme de un apartado postal, juntar mi dinerito para rentarlo por lo menos por unos 3 meses y a escribir una carta al programa.

 

Así, cuando por fin tuve el apartado postal y mi carta escrita y enviada, esperé con atención para escuchar a Tito mencionar mi correspondencia, ese domingo no apareció y el siguiente tampocno, pero por fin al tercer domingo apareció. Yo buscaba amigos con quienes platicar, encontrar gente que tuviera los mismos gustos, conocer su visión del mundo y sus experiencias.

 

A la semana siguiente creo que fui todos los días a revisar mi apartado en el correo pero el compartimento se encontraba tan vacío como la primera vez que abrí la puerta para comprobar que la llave abría la cerradura. La siguiente semana fui cada tercer día y las cosas continuaron igual así que me desanimé y no me presenté en dis semanas pensando que nadie estaba interesado en escribirme, sin embargo, a la siguiente semana que me presenté frente a la diminuta puerta del apartado, me encontré que estaba llena de sobres, con emoción saqué la llave, abrí la puerta y de inmediato un olor a perfume llegó a mi nariz, comencé a sacar los sobres de varios tamaños y sentí vergüenza cuando el empleado de la oficina de correos dijo:

 

-Tienes mucha correspondencia, ¿tienes muchos amigos verdad?-

 

-Si- respondí yo mientras extraía la carta que había perfumado de loción masculina toda la oficina de correos.

Una a una leí cada carta, estaba tan emocionado de recibir respuesta de tantos muchachos que estaba ansioso de responderles a todos lo más pronto posible, algunos de ellos habían enviado una foto para que yo pudiera conocerlos.

Releía poco a poco las cartas intentando dar una respuesta personalizada de acuerdo a lo que cada persona me inspiraba y eso lo hacía mientras todos dormían en casa, de esa manera hice algunos amigos con quienes la correspondencia se hizo familiar, pero una noche el sueño me venció con las cartas por toda la cama y cuando desperté, me sorprendí al ver que todas se encontraban apiladas en el buró, así que llegué a la conclusión de que alguien las había levantado y seguramente las había leído.

 

Entre las personas contactadas hice un amigo un par de años menor que yo de nombre Adrián, el cual prefería ser llamado Ian, con quien la comunicación fue muy buena, nos contábamos muchas cosas con respecto al mundo homosexual que estábamos comenzando a descubrir, sin embargo Adrián y yo no nos habíamos visto nunca y un día decidimos que era momento de encontrarnos, cabe recordar que en ese entonces Adrián y yo éramos prácticamente 2 adolescentes y yo estaba pasando por una etapa muy difícil en la que sentía que medie me comprendía y lo peor era que ni yo mismo me comprendía y aunque mis padres habían hecho todo lo que humanamente en sus manos había estado darnos y de lo que me siento muy afortunado, yo en ese momento estaba muy molesto porque estaba seguro de que mis padres habían leído mi correspondencia y con ello habían invadido una intimidad que apenas yo mismo estaba apenas descubriendo.

 

Un día por fin Ian y yo pusimos fecha a un primer encuentro e hice los preparativos para vernos pero cuando la fecha se acercaba llamó para solicitar reagendarla un día después por cuestiones familiares, pero sucedió que su llamada coincidió con la comida dominical familiar así que cuando volví a sentarme a la mesa me dirigí a mi padre para decirle,

 

-Papá, el próximo sábado no saldré como te había comentado sino que será el domingo-

 

Pero cuando mi padre decía que si, mi madre preguntó, -¿con quién vas?-.

 

Con mi amigo Adrián.

 

Para lo que mi madre añadió de manera muy enérgica, -No irás, si fuera con una niña irías, pero con un niño no vas-.

 

No había duda alguna, mi madre había leído mi correspondencia, lo cual me hizo arder en ira, para lo que contesté.

-¡No estoy pidiendo permiso, sólo estoy avisando!-, entonces me di vuelta, y salí del comedor para encerrarme en mi habitación con el clásico azotón de puerta que casi la parto en dos.

 

Me encontraba tan molesto, pero en verdad tan molesto, que la sangre me hervía, no habían pasado dos horas del suceso cuando mi padre se presentó en mi habitación, lucía sereno y tranquilo, sólo se sentó frente a mi en un banquito que estaba junto a la cama en donde yo me encontraba recostado, se le veía que no sabía como empezar pero de pronto comenzó a hablar.

 

-Fíjate que estamos preocupados- dijo, -el otro día tú mamá encontró unas cartas que te escribieron unas personas-

 

-¿Y por qué anda leyendo cosas que no son suyas?, esas son cosas privadas- dije yo mostrando tranquilidad pero aunque todavía estaba molesto con todo lo que había sucedido, estaba muy nervioso porque no sabía qué iba a pasar o qué debía decir.

 

-Pues total que las leyó, pero estamos preocupados porque allí se entiende que tú eres... homosexual, ....... ¿tú eres...?- y entonces hubo una pausa en la que me di cuenta lo difícil que era para él preguntarme, podía ver en su cara que se estaba enfrentando a algo para lo que nunca había estado preparado y yo tuve que tomar la decisión de ayudarle aunque yo mismo sentía un nudo en la garganta que no me dejaba articular palabras.

 

-Sí, soy homosexual-, le contesté.

 

-¿Desde cuándo lo sabes?-, preguntó.

 

-Desde que entré a la prepa- dije yo mintiendo pues toda la vida había sabido que yo era diferente, sin embargo en la preparatoria fue donde me enamoré por primera vez de alguien, o por lo menos eso creo.

 

-Pienso en tus tíos, que nunca se han casado y ya están muy grandes pero nunca han mostrado nada, por allí se dice que tú tío fulano tuvo hijos, pero pues no han dado de qué hablar.-, cuando dijo esto pensé que a mi papá le preocupaba lo que pudieran decir los demás, y mientras yo pensaba en lo que acababa de decir, añadió:

 

-¿Crees que como padres nos equivocamos en algo o hicimos algo mal?-

 

-No-, respondí, -ustedes han sido buenos padres, nos dieron todo lo que han podido y yo creo que ha sido mucho, pero tampoco tienes que preocuparte, yo soy así, como siempre me has conocido, sólo que me gustan los hombres, no me voy a vestir con ropa de mujer, ustedes me conocen, ustedes me criaron, saben como soy-.

 

Mi padre dijo entonces, -No me gustaría que alguien te lastime o te diga algo que no me vaya a gustar-.

 

Y yo respondí –Pues eso no sabemos si va a pasar-, y con esto terminamos nuestra charla, a partir de ese día mi madre y yo no nos hablamos alrededor de 4 meses y tuve que asistir a una charla con uno de sus amigos psicólogos sólo para tranquilidad de mis padres, sin embargo las cosas se fueron enfriando y mi madre y yo volvimos a hablar, ahora todo está bien en casa, hasta han conocido algunas de las personas con las que he salido y me siento muy afortunado de haber tenido esa charla con mi padre aunque en su momento fue muy difícil, pero ahora puedo decir que vivo con libertad mi homosexualidad.

 

 

 

Un puto cualquiera

 

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