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0002 Columpiándome con un musculoso

Puto cualquiera

Mayo 17, 2015

 

 

Me vi las muñecas, me las vi sumamente jodidas y eso me hizo recordar la noche anterior, estaba colgando y con las muñecas sujetas a la barra, sólo podía tocar el colchón con los dedos de los pies tratando de evitar que las cintas me cortaran las muñecas que por cierto, ya tenía demasiado lastimadas de estar allí columpiándome y manteniendo la postura para gozar de los movimientos de aquí para allá y de allá para acá.

 

No pude evitar sonreír y casi reír a carcajadas al recordar cuando allí colgado comenzó a darme un calambre en la pantorrilla y no podía soltarme de la barra, Alejandro mi compañero un muchacho delgado pero musculoso, me preguntó qué me pasaba cuando comencé a gritar y sacudir la pierna derecha, le contesté que era un calambre y dijo, -dime dónde para ayudarte-, sin embargo cómo pude corrí los soportes hasta el colchón que había  acomodado  para descolgarnos y solté mis muñecas para intentar flexionar los dedos del pie y contrarrestar el dolor de la pantorrilla, pronto el dolor fue disminuyendo, y allí, noté que mis muñecas ya habían comenzado a despellejarse; a pesar de ello no tuve otra opción que volver a colocarme las amarras para volver a columpiarme en el tubo con Alejandro.

Y es que a mis 37 años ser amateur en la gimnasia puede parecer una reverenda pérdida de la razón y sí, definitivamente quizá lo sea.

 

Todo se resume así, desde la infancia sentía una gran admiración por los gimnastas y ver piruetas en el aire después de tremendos saltos, me despertaba mucha emoción y en mis pensamientos yo mismo me decía -cómo me gustaría hacer esas cosas-, aunque otro deseo era también tener un cuerpo como el de muchos de esos muchachos.

 

Cabe aclarar que aunque veía con gran admiración a los gimnastas, nunca seguí sus trayectorias, no me importaba quién era el favorito o quien era el más buenote o guapo, simplemente me sentía impresionado por todo eso que podían hacer, porque debo comentar que dentro de todos los defectos que pueda yo reconocerme, hay uno que califico de grave y es que, considero que no soy fan de nadie, motivo por el cual me es difícil recordar algunos nombres,  escuchar un disco completo de un sólo intérprete o grupo, y mucho menos, cabe la posibilidad de asistir a un concierto de casi cualquier intérprete para aburrirme 3 horas tan sólo para escuchar la única canción que me gusta, y encima de todo, para que sea interpretada en una versión diferente a la original, ya sea remezclada o "arreglada" y que pa mi gusto, pocas veces supera a la original.

 

Pero volviendo al tema de la gimnasia, hace 4 años decidí que se había acabado mi vida de costal de papas y estaba dispuesto a borrar de mi cintura esa grasa que se había acumulado por años de vida sedentaria y, como dice una de mis más antiguas amigas del pueblo donde vivo en el DF, -por boquita sabrosa-, comiendo todo lo que en momentos, mi bajo sueldo y la beca de mi, ahora ex novio, permitían, a veces dándome el lujo de las galletas, el café y lo que pudiera permitirse en trabajos donde ya no me sentía a gusto.

 

Así, un día decidí que se había acabado el tiempo de seguir manteniendo a esas lonjas parásitas alojadas en mi cintura y me metí al gimnasio donde estuve un año y medio, sin embargo un día, que había hecho una cita para comer con un amigo que hacía meses no veía, fui invitado a tomar su clase de gimnasia en un deportivo popular donde ya casi tenía 2 años trabajando; al principio me negué, yo tan ruco, tan torpe y sin poder siquiera pararme de manos, ¿qué iba a hacer entre una bola de chamacos entusiastas con algunos meses de preparación?, pues nada; pero después de insistir me dije -¿y por qué no?, total ya me dio flojera trasladarme hasta el gimnasio de pesas y puedo aprovechar para aprender algo-, y entonces me quedé a tomar la clase y aunque fue para mí un verdadero desastre, en ese momento me volví el alumno nuevo.

 

Hoy, llevo casi 2 años y medio en un gimnasio popular, he pasado por 4 gimnasios, tengo una nueva entrenadora, llevo 2 años con esguinces en los pulgares de los pies, mi cuerpo ha cambiado, luce definido y más tonificado, y lo mejor es que me gusto más aunque las lonjas parásitas no han desaparecido del todo y se resisten mucho a desvanecerse al igual que los pellejos mantecosos que también resisten en mi abdomen alrededor del ombligo y que me jalo con mucha facilidad cuando la entrenadora nos pone ejercicios apoyados en la viga, pero de verdad que esos tirones en la piel me han hecho retorcerme de dolor tirado en el piso, también tengo una cicatriz en la frente desde el día que me reventé la cara contra el piso por miedoso al aflojar un parado de manos con giro, varios moretones que lucen tan bellos en mis nuevas piernas cada que uso los cortos shorts para este verano y por supuesto, no podría olvidar mis mullidas muñecas.

 

Luego de llegar hecho una piedra, sin elasticidad, sin fuerza, sin habilidad alguna, ni siquiera con la esperanza de mis hermanas mucho más jóvenes, quienes me decían que ya estaba muy ruco para estas cosas cada vez que llegaba con un nuevo chingadazo, y seguramente bajo las múltiples burlas de muchachos muuuuuuchos años más jóvenes y de otros equipos, pero a pesar de ello, he comprendido que mi aprendizaje es diferente, a otro ritmo, a otra velocidad, ya puedo pararme de manos aunque sea algunos segundos, mi rueda de carro ya puedo controlarla con cierta técnica, ya mi cerebro comienza a reconocer la redondilla, pronto podré subir de estómago a la barra sin ayuda, he comenzado a trabajar con intensidad el flik ayudado por mis compañeros, aunque sigo sintiendo un terror indescriptible, he comenzado a perder el miedo al mortal de frente y ya he comenzado a realizar vuelos a 180 grados en la barra, claro, ayudado por las cintas que me han lastimado las muñecas.

 

Si, me he cuidado mucho y actualmente no puedo aventarme así como así para cualquier salto como mis compañeros más jóvenes, pero quizá eso me ha ayudado a no lesionarme de gravedad y a no truncar el avance que he logrado; visto a la distancia, he avanzado más de lo que algún día pude pensar.

 

¿Alguien quiere estudiar y se siente viejo?, ¿te sientes grande para aprender algo?, ¿siempre quisiste hacer algo y no lo hiciste?. ¡Hazlo!, tengo que decirles que yo tuve una compañera de 52 años en la preparatoria que además estudió una licenciatura y se tituló, y creo que hasta estudió una maestría, es verdaderamente un ejemplo de admiración, y al escribir estas palabras, me declaro admirador de mi compañera de preparatoria, algunos pensarán que qué pérdida de lugar, que se lo hubiera dejado a un joven, que nadie le iba a dar un trabajo al terminar, pero ¿quién dice que a su edad no puede dejar un legado extraordinario?, ¿quién dice qué es correcto y qué no es correcto cuando se trata de alcanzar los sueños propios?. Un abrazo señora, supe que hace unos días la iban a intervenir para cambiarle el marca pasos y estoy seguro de que hoy se encuentra recuperándose.

 

Y ustedes, ¿cuándo van a comenzar a hacer eso que siempre han querido?

 

Con este artículo quisiera agradecer a mi amigo y entrenador que me convenció de tomar esa primer clase y nunca se ha rendido para seguir corrigiendo mis errores en la gimnasia, pero también, gracias a todas las personas que he conocido en esta disciplina pero sobre todo a mis compañeros, quienes me han motivado en cada caída, error, han aplaudido cada uno de mis pequeños logros y me continúan ayudando.

 

 

 

Un puto cualquiera

 

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