top of page

 

 

 

 

 

 

 

 

0005 Marcha de la Diversidad Sexual 2015

 

Puto cualquiera

Junio 21, 2015

 

Han de saber que hoy, recién habiendo cumplido 38 años, pero sobre todo, con los muchos años de haberme aceptado homosexual, sería absurdo nunca haber asistido a una Marcha de Orgullo a la Diversidad, y es que debo decir que ya estaba bastante grandecito cuando asistí por primera vez a una marcha, porque precisamente fue a la mitad de la edad que tengo ahora que caminé por primera vez sobre la avenida Paseo de la Reforma para exigir respeto por nuestros derechos, no sólo ante una sociedad que no quiere reconocer que existimos o que tontamente piensa que somos ajenos a su realidad, sino para exigir nuestros derechos legales como cualquier individuo de esta nación.

 

Hace precisamente 19 años como muchos otros hombres y mujeres, tuve miedo de asistir, de que mis padres, hermanos, amigos, vecinos, conocidos y compañeros de la escuela me vieran en las fotos del periódico, televisión y revistas, sin embargo los amigos con los que asistiría y que eran mayores que yo, me dijeron:

 

-No te preocupes, a los medios de comunicación sólo les importa el escándalo y lo grotesco así que se enfocarán en las personas que vayan disfrazadas o que hagan cosas escandalosas, quédate tranquilo-, Y así, con esas palabras me convencieron y los acompañé.

 

Cuando nos vimos, la marcha ya había comenzado, el punto de reunión para nosotros había sido el cine Diana y cuando llegué con mis amigos pude ver una gran cantidad de gente, sin embargo fue cuando comenzamos a caminar con el contingente cuando aprecié la magnitud del evento del que estaba formando parte, no podía creer la cantidad de gente que había delante y detrás de nosotros, todos caminando en dirección al zócalo capitalino y fue entonces cuando experimenté esa sensación de ser parte de algo, de pertenecer a algo, estaba sorprendido y boquiabierto, no podía creer cuantas veces me había sentido tan solo pensando que nadie me entendía, que nunca iba a conocer a nadie con quién compartir algunos momentos importantes en mi vida y que quizá nunca me iba a enamorar.

 

Frente a mi, grandes olas tanto de hombres como mujeres caminaban en una misma dirección, disfrazados y no disfrazados gritaban consignas, reían, bailaban, llevaban mantas, grupos de madres mostraban mantas en apoyo de sus hijos, muchas chicas travestis se contoneaban en vestidos muy reducidos sobre grandes zapatos de tacón y enormes plataformas, vi algunas chicas transexuales exhibir sus nuevos y perfectos senos que aún mostraban la cicatriz de incisión por donde habían sido introducidos los implantes y allí, entre todo ese ambiente festivo mis miedos se evaporaron.

 

Esa tarde, los vestidos cortísimos, las minifaldas, las lentejuelas, las tangas, las prendas de cuero, las pelucas y las estolas de deliciosas plumas, me enseñaron que ya era parte de una diversidad enorme en la que mi orientación sexual y manera de vivir, era tan sólo una de todas sus expresiones.

 

En las veces que he asistido solo o acompañado de queridos amigos, nunca me he disfrazado, ni cubierto la cara, ni representando a alguien que no soy, siempre me he mostrado como lo hago en cualquier otro día del año, porque este soy yo y deseo ser visto como siempre he sido, tan sólo como un hombre al que le gustan algunos hombres y nada más.

 

El año pasado cuando por fin llegué a la columna coronada por la figura alada, era ya muy tarde, los últimos en marchar estaban a punto de soltar dicho monumento para integrarse al contingente que en su extremo contrario seguramente ya habría logrado pisar el suelo del zócalo y fue algo desagradable ver un batallón de limpieza esperando avanzar detrás de los marchistas para limpiar toda la basura que iban dejando a su paso. Caminé rápido y me introduje entre la gente con la esperanza de llegar por lo menos a la cuarta parte de esa inmensa ola que avanzaba lenta pero con paso firme y pude observar agresiones, insultos y atropellos entre los asistentes, del mismo modo vi centenares de comerciantes de cuanta basura pudieron ofrecer, bebidas alcohólicas, botellas de cerveza rotas, empaques de comida chatarra y grandes cantidades de basura de cuanto los asistentes desearon consumir y que arrojaron sin ningún pudor y que me causó una profunda tristeza.

 

Debo confesar que mentiría al afirmar que desde los 19 años he asistido a este evento como si fuera un acto de fe, sin embargo de unos años para acá he tomado la determinación de estar presente, no porque me guste o no me guste, no porque es un carnaval divertido, no porque desee exhibirme, no porque busque novio, no porque me sienta solo, no porque quiera ver hombres guapos y sexys en poca ropa, no porque quiera exhibir mis nuevos músculos, mis redondas nalgas, mi nueva peluca, mi nueva y excitante ropa interior, mis nuevos tacones o mi nuevo pantalón de cuero, tampoco voy para re encontrarme con los amigos que pocas veces veo, ni para embriagarme o drogarme en compañía, mucho menos para ligar algún hombre hermoso y desconocido o presumir a mi nuevo novio y menos aún, para lanzar mi envidia al resto de las personas asistentes a este evento, yo asisto porque es mi obligación y mi responsabilidad como ciudadano que forma parte de una comunidad que busca ser reconocida, ser escuchada, respetada y que exige los mismos derechos (aunque en este país cada vez sean menos) de los que goza cualquier otro ciudadano de esta nación, pero sobre todo, para demostrar que soy respetuoso y empático con los otros integrantes de ésta, mi querida y diversa comunidad.

 

Y tú, ¿te has puesto a reflexionar cuál es la razón verdadera de tu actuación en un movimiento civil del que formas parte como lo es la Marcha de nuestra comunidad diversa?

 

 

Un puto cualquiera

 

reflexionesdeunputocualquiera@gmail.com

https://www.facebook.com/pooto.cualquiera

 

 

Imagen:

http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/111865.html

 

© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

  • Google+ B&W
  • Black Facebook Icon
  • Twitter B&W
bottom of page